lunes, 6 de junio de 2011

Ultima noche en la rave de los mirlos




La noche del sábado 4 de junio no solo ofició de despedida de los platenses Soundblazter (acompañados además por Marmol R), si no también, como el cierre de una etapa del rock independiente post-cromagnon, más interesado por reformular y resignificar esquemas, que por acostarse con las nenas (y nenes) de turno.

Por Juan Castiglione


Las despedidas suelen ser agridulces. Y más si son definitivas. Ahora, la sensación cuando la despedida es la de una banda que, a priori, todavía tenía hilo en el carretel es de "¡La puta madre, dejense de joder y sigan tocando!". Soundblazter ofreció, en lo que fue su último show, un epitafio demoledor, antológico y hasta lacrimógeno, digno de una banda demoledora, antológica y volátil, de las cuales, pasa el tiempo y van quedando cada vez más pocas.

El escenario elegido fue la catedral del underground granbonaerense, ese reducto hostil y fascinante, sectario y paria que es El Tío Bizarro. El equipo que completo esta especie de "partido despedida" fue el, tal vez, secreto mejor guardado del adrogue sound: Marmol R. El servicio meteorológico del rock anticipaba para la jornada "probabilidad de palmas, house, hip hop y nubes de humo; mejorando hacía el amanecer con la llegada de adrenalina, pogo y ocasional marea de moshpit".

El preámbulo fue la ¿presentación?¿el set?¿la performance?¿el happening? de Tenista, armado con dos discman conectados a un mixer. Sonidos que por momentos se asemejaban al sacrificio de un cerdo mediante el uso de un cuchillo tramontina, o porque no al estruendo que genera un renault 12 cayendo salvajemente por la ladera de una montaña, fueron el cóctel del (muy)breve show de un inclasificable tenista.

Marmol R en cambio, ató sus botines, subió sus medias, ajustó sus vendas, y salió con los tapones de punta. A la formación que conforman Rulo, el "Mani Mounfield del sur": el bocon, el también viva elastico Juan del Val, y las recientes incorporaciones del joven maravilla Federico Saint Esteben y el colo, también miembro de los lomenses Temper. Si uno ya presenció recitales de Marmol R, a hacer borrón y cuenta nueva, esto es algo completamente distinto, una nueva dimensión espiritual y sonora. De los dichos que, en el pasado, quedaban en promesas, a una nueva formación que demuele hoteles con la potencia de un bulldozer.

La música tiene varios capítulos inexplicables, y uno de ellos es el capítulo que reza "¿Por qué Marmol R no es la banda mas grande de Argentina?". El interrogante puede sonar exagerado, y tal vez lo sea, pero también es cierto que el circuito (lo cual incluye al resto de las bandas, como así también al público, promotores, y otros que intervienen en la linea de producción del sonido independiente local) les debe un reconocimiento que, el ahora quinteto, tiene más que merecido. Es decir, vamos, los cada vez más apagados Banda de Turistas, han tocado en los principales festivales de sudamérica, presentando una propuesta similar en varios aspectos(Escuchar si no "Que otra función del tiempo", y la hipnotizante "la duda es tu jactancia")a Marmol, pero sin la frescura y desparpajo de éstos últimos, quienes se han limitado a tocar en los festivales que se repiten cada fin de semana en distintos puntos de capital y el conurbano.

Ahora si, volviendo a lo estrictamente musical, Rulo es la encarnación material del hijo que nunca tuvieron, ni tendrán, Jonathan Richman y Shaun Ryder. Sonido mancuniano, sobre el que surfea una voz que remite al ex lider de los modern lovers en un viaje de ácido aderezado con cerveza. La sección rítmica se apoya en las espaldas del "Metrónomo humano" Juan del Val y el bajo permimonioso y a la vez agresivo de un bocón que se sumerge entre el público para ejecutar cada una de las notas que inventan sus falanges. El lugar de guitarra líder es ocupado por el sintetizador de Saint-Esteben, quien es ,en gran parte responsable, del salto cualitativo del conjunto en vivo. La atmósfera se vuelve más densa, los temas se despegan de los lugares comunes y, en consecuencia, asistimos al quiebre en la estructura de una banda que, con el agregado de trompetas, parece tener los elementos indicados para, ahora si, jugar en las grandes ligas. No hay bises, el público pide otra. Pero no hay esa otra. Solo queda la confirmación de que si Marmol R hubiera surgido hace 25 años en Manchester, hoy las enciclopedias ilustradas dedicarían páginas enteras a sus poco agraciados rostros.

Con Soundblazter llega el comienzo del final. La puesta en escena esta más cerca de una instalación de Marta Minujín que del recital promedio. De fondo se proyectan imagenes que irán entremezclandose en el set list con precisión suiza. El sonido que acompaña a éstas imágenes es un componente más en la estructura sonora de Sounblazter, imagen y música sumadas a la actuación en vivo da como resultado lo que tal vez sea el mejor show en el tío bizarro en mucho tiempo. Todo está perfectamente en tiempo, todo parece minuciosamente ensayado. La premisa parece ser "si éste es el último show, que sea por lo menos un buen show". Y es más que eso. Es un manifiesto del underground bonaerense, una declaración de principios que arranca desde el vamos con la fundamental "Via circuito", donde el primer pogo de la noche se enciende como un brasa al grito de "Y vos/vos sos de otro lado/Y yo/yo soy del conurbano". Y los presentes la gritan con pasión genuina, revitalizando el sentido de pertenencia a un lugar donde para la gente de capital es "allá, lejos". Desfilan gemas como "el nuevo amor" y "los olvidados", y la masa humana que colma el reducto de burzaco se mueve como una gran ola, de adelante hacia atras, de izquierda a derecha,y las cervezas y cigarrillos se vuelcan unos sobre otros. Y el desfile de feos que van y vienen hacia el baño no deja de cesar. Pasan también las publicidades zonales sobre tubos de gnc, peluquerías y remiserías de dudosa reputación, que se suceden una tras otra en medio del intervalo que ofrece el set del conjunto platense. Y por un momento uno se olvida de que afuera la temperatura araña los 5 grados y continúa bajando. Y también pasan "legión" y "el kilometro" y uno siente que va llegando todo a su final. Los agradecimientos, los aplausos, y un último bis, y es ahí donde todos vuelven a saltar, a gritar y a abrazarse, para luego fundirse en un aplauso cerrado, al grito de"Y vos/¡vos sos de otro lado!" "Y yo/¡¡ yo soy del conurbano!!"

La música se detiene, la pantalla se funde en negro, los nudos que se enredan en las gargantas, y el silencio eterno antes del último suspiro de vida, para terminar, con grandes letras blancas, inmortalizados en esas tres letras que conforman la más melancólica de todas las palabras:FIN

1 comentario:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con la reseña... una noche para el recuerdo! Excelente performance de todas las bandas en una noche para la emoción y las despedidas.

"si éste es el último show, que sea por lo menos un buen show" y fue el mejor!