martes, 30 de agosto de 2011

Mujercitas terror, Las Kellies y Trueno Blanco en Salón Pueyrredón.-


El escenario palermitano sufrió el avasallante ataque de tres bandas que, el último fin de semana, echaron por tierra la creencia popular del rock como territorio masculino. Las ladies le pegaron una patada en el culo a la misoginia y al descrédito.

Por Juan marco Castiglione
Fotografía gentileza Mujercitas Terror

Buenos Aires, agosto 30 (Agencia NAN – 2011).- Olympe de Gouges nació en la París del siglo XVIII. Escritora y dramaturga, fue la autora de la Declaración de los Derechos De La Mujer y de la Ciudadanía, unos de los primeros documentos históricos donde se propone la igualdad entre la mujer y el hombre. Si la historia hubiera sido otra y Olympe hubiera nacido en Buenos Aires, a finales del siglo XX, seguramente habría estado en la primera fila de la fecha que el sábado 27 de agosto reunió a Mujercitas Terror, Las Kellies y Trueno Blanco. En un Salón Pueyrredón rebosante de actitud femenina, las tres bandas conjugaron con gracia y carísma la potencia del rock y la efervescencia new wave. Por momentos a un volumen ensordecedor, el cóctel explosivo de rimmel y powerchords mostró una paleta de colores y texturas más que contundentes en el escenario de la avenida Santa Fe.

Trueno Blanco, acaso la agrupación más joven de las que conformaron la fecha, fue la encargada de abrir la jornada. Comandada por la cantante y guitarrista Claudia Buttignol, la banda formada en zona oeste en 2007 sacó a relucir su propuesta descripta como “Mugre Indie Infantil”, con reminiscencias tanto del indie pop platense como del hardcore de la escuela Fun People. A su vez, en temas como “Diente De León”, “Horrible”y Monkey”,el cuarteto demostró que en vivo sabe conjugar hábilmente la estética sensible del pop de parte de Buttignol y la tecladista Mercedes Galcerán, con la base rítmica en la batería de Franco Italiano y en la mano derecha de su bajista Eva Victoria Martinez, deudora del Joy Division más post punk y abrasivo. Entre estas dos aguas, entre la calma y el caos, surfeó el set de Trueno Blanco. Una contradicción dulcemente amalgamada, como un martillo de terciopelo, acariciando y golpeando en un mismo movimiento.

Segundas en subir al escenario y en su primer recital luego de su última gira por tierras europeas, fueron Las Kellies. El trio oriundo de Palermo, que conforman Cecilia en guitarra, Sil en Batería y la inglesa Julia en Bajo. Las autoapellidadas Kelly desplegaron, con sus atuendos alla 50's y su actitud garagera, el set más encendido de la jornada. Es que si lo de las Trueno Blanco pasa por los estados de calma y caos y lo de Mujercitas Terror es noise tremebundo, lo de Las Kellies es pirotecnia surf y corazón new wave. Mientras temas como “Keep the horse” y “Prince in blue” remiten a los Gang Of Four de vacaciones en Mar Del Plata, piezas como “Perro Rompebolas” suenan a Los Saicos experimentando con alucinógenos. Guitarras crudas y filosas cortan sobre una base agresiva que funcionó en la noche del sábado como una locomotora sin frenos. Ritmo frenético, algún cover de The Sonics, voces bañadas en echo y toneladas de actitud condimentaron el recital de unas Kellies que si bien no representan un quiebre de esquemas, se manejan con soltura dentro del garage rock, el pop de raíz surf y el minimalísmo del primer post-punk. Simple, compacto y efectivo.

“La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos”, postulaba, hace casi 200 años, De Gouges. Lo de Mujercitas Terror es eso, igualdad de derechos entre mujeres y hombres a la hora de dinamitar el escenario de Salón Pueyrredon. El doble pivot que fusiona a Marcelo Moreyra (guitarra) y Daniela Zahra (bajo) en voces se suma al galope casi progresivo de la batería de Federico Losa. Un sonido oscuro, lúgubre y denso que responde sobre todo a la tradición del noise pop de los primeros discos de Jesus And Mary Chain. Pero mientras los escoceses eran ruido blanco y atmósferas asfixiantes, Mujercitas es eso y más.

Sonido por momentos ensordecedor, lírica intrincada y poética y una estética que remite a una hipotética opera rock de Tim Burton. Todo en el marco de la presentación más larga de la noche, donde el trío repasó algunos de los temas que conforman su nueva y flamante placa, “Excavaciones” y otros de su debut de 2007. Densas como nubes de carbón son las atmósferas que crean en temas como “Excavaciones”, la perturbadora “Pájaros descuartizados”, “Ceremonia” y otros, como “Actriz”, que recuerdan al “Lullaby” de The Cure, pero hipereléctrico y desgarrador.

Las voces de Moreyra y y Zahra se yuxtaponen, se entremezclan y terminan conformando una sola. Igualdad de Fuerzas, conformando un relato hipnótico que se posa como un cuervo sobre guitarras garageras y bajos furibundos. Y debajo del escenario un publico que respondió con la misma energía que recibió desde las cajas de sonido que, por momentos, parecían a punto de estallar. Esto debido a un volumen en varios pasajes excesivo para las dimenciones de Salón Pueyrredón.

Como saldo final quedó el de tres bandas que echaron por tierra la creencia popular del rock como territorio masculino. Una patada en el culo a la misoginia y al descrédito. Girl power, actitud y potencia en grandes cantidades. Sensibilidad, criterio estético y crudeza. Emancipación femenina en el under nacional, aggiornando a nuestros días lo que alguna vez pregonó Olympe de Gouges. Ya no en la París convulsionada del siglo XIX, sino en los escenarios de la Buenos Aires, circa 2011.

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