miércoles, 30 de noviembre de 2011

En la Nan #4


Artículo sobre el Compipulenta publicado en la Nan #4. Podés leerlo acá: http://issuu.com/estebanvera/docs/nan_4_sept

Y si te gustó, no seas rata, comprá la revista...guachín.

Le Premier Enfant: "Un disco nuestro va a estar formando parte de un linaje que nos dejaron las bandas de los ‘60".-


Nativa de Burzaco, al sur del conurbano bonaerense, la banda sintetiza electrónica con rock. “Nuestro objetivo es, en realidad, ser una alternativa a lo que es la movida del rock, del indie rock, de lo que está sonando ahora en las bandas emergentes”, esbozan. Con un año y medio de recitales, ultima los detalles de su ópera prima.

Por Juan Castiglione
Fotografías gentileza de LPE

Buenos Aires, noviembre 25 (Agencia NAN-2011).- Tal vez haya sido por el traqueteo del tren, rítmico, casi binario. O la atmosfera industrial-obrera de Burzaco. Pero lo más seguro es que lo que en realidad haya sucedido es que un cúmulo de casualidades, historias y cierta pizca de mística hayan convergido en un mismo lugar, en un mismo momento y en las medidas justas. Porque lo último que uno pensaría es que la renovación más fresca de esa comunión que conforman el rock y la música electrónica iba a manifestarse desde un altillo húmedo y asfixiante, perdido en algún rincón del interminable partido de Almirante Brown.

En ese cuarto, que durante un tiempo hizo las veces de habitación y sala de ensayo, comenzaron a juntarse, a mediados de 2010, Federico Saint-Esteben y Yani Gladitz, sin buscar nada especifico más que la simple comunión de ideas y terminando por encontrar un lenguaje personal, intransferible, propio, llamado Le Premier Enfant.

Un año y medio después, la banda ya ha recorrido un camino más que notable para su acotado tiempo de vida. Se encuentran ultimando detalles de lo que será su disco debut, ya han grabado un EP y rotan permanentemente en los principales escenarios de Zona Sur y la Ciudad de Buenos Aires. Ahora, con la incorporación de Andrés Burztyn en la sección rítmica, están listos para tomar por asalto los oídos de la generación cobijada bajo el dominio indiscutible del Mp3.

--Están por lanzar un disco, tocando más seguido, lo que implica más obligaciones para con la banda. ¿Cómo hacen para convivir con ellas, ya que tienen otra vida además de la banda, y ésta aún no es un sustento económico?
Federico Saint-Esteben:--Primero y principal, para nosotros es un sustento, pero de vida, en el sentido de que nos saca de la cotidianeidad del laburo, del estudio. Claramente no es un sustento económico, pero sí de otras cosas. A su vez, en relación a lo económico nosotros tuvimos la suerte de entrar a un sello (Triple RRR) donde nos consiguen las fechas. No ganamos un mango, pero tampoco perdemos mucho. Es como que salimos hechos de eso, y en realidad lo que ganamos es más el beneficio personal de estar tocando. Hoy en día no es lo más fácil tocar en vivo y además sacar un disco.

--¿Cómo es la grabación de su primer disco?
Yani Gladitz:-- En general grabamos en una toma, ya que ahí se captura la esencia más pura, en la improvisación, en la espontaneidad. Esta es una de las características la banda. En vivo la improvisación también cumple un rol importante.
F.S.E.:--Quizá antes era más improvisado en vivo y ahora está más armada la estructura de las canciones, pero en lo que es el armado de los temas surge todo de la espontaneidad, y también en la grabación. La banda surgió de lo espontáneo, de decir “bueno, a ver que sale de esto” y salió, por eso es si nos rigiera la espontaneidad. Esto se termina manifestando en otras situaciones. Por ejemplo, hace un tiempo teníamos hora de grabación y había que grabar determinado tema. Un rato antes se me ocurre un tema y digo “bueno, vamos a grabarlo” y él (por Yani) se lo terminó aprendiendo en el estudio, en plena grabación. Dejando para después el otro tema. Creo que ahí está la PUC, dicho en términos publicitarios, la propuesta de comunicar nuestra: una espontaneidad que surge de la química que hubo desde el principio, una química que no es forzada y en la que, realmente, la producción de los temas y la composición fluye. No nos ponemos a pensar que tenemos que componer, sale de la nada.
Andrés Burztyn:--Esa espontaneidad no significa una improvisación de 10 minutos. Es muy simple, muy sintético, es como la síntesis de la espontaneidad. Cuando entré a la banda lo que encontré es que los chicos tenían una idea y la llevaban a cabo enseguida y no necesitaban 10 minutos para hacer un tema, en 3 lo terminaban.
F.S.E.:--No tenemos prejuicios para nada, en hacer temas instrumentales, una canción… si no tiene que haber letra no habrá letra, si tiene que haber, va a estar, sin estribillo, sin estrofa. Nunca hacemos letras que sean estribillo o estrofa. O son estribillos o son estrofas. En el disco habrá dos temas instrumentales.
--A pesar de esa impronta pop, no se casan con esas estructuras.
F.S.E.:--Más allá de que estamos encontrando de a poco una formula de sonido propia, no nos casamos con ninguna estructura. Pero ese sonido surge de la química antes referida y no tanto de pensar en una estructura, ni nada de eso.

--¿Y a ese sonido lo encontraron en los recitales o en el estudio?
F.S.E.:--Lo encontramos en los ensayos. Nosotros somos los primeros fanáticos de la banda. Cuando empezamos a componer y a ensayar en mi casa nos mirábamos y sonreíamos diciendo “no puedo creer lo bueno que esta esto”. Pero no de una manera banal, sino que realmente nos gusta escuchar esto, hacemos lo que queremos escuchar.

--Volviendo al disco, ¿cómo se involucran en el proceso de grabación?
F.S.E.:--Al principio, en los primeros temas tomamos una posición pasiva, de decir “está bien, tenemos productor. Que él se encargue de la mezcla y de la producción en sí, de agregar samples, etcétera. Nos dimos cuenta que de esa forma se perdía la personalidad de la banda. A partir de entonces empezamos a involucrarnos más en lo que es la producción, en la mezcla más que nada, sobre todo después de haber grabado el tercer tema. Es la primera vez que grabamos de manera profesional, si se quiere decir. Es una banda que tiene un año, un año y pico. Aprendimos a grabar en el momento.

--Entonces, ¿más adelante ustedes pueden ser sus propios productores?
Y.G.:--Es lo que queremos. El segundo disco nos gustaría que fuera producido por nosotros.
F.S.E.:--Mas allá de que Matu Bk es un productor de puta madre y que, realmente, si él lo hubiera producido tal vez salía un mejor disco, o más original, tampoco queríamos perder nuestra personalidad.
Y.G.:--Así se aprende.

--A la hora de tocar en vivo, ¿la dinámica del disco como la trasladan?
F.S.E.:--Primero, al estar laburando en el estudio, te da la oportunidad de agregar determinadas cosas, como samples, programaciones. Se labura de una manera más integral, mas compuesta, más barroca. En vivo somos más sintéticos, no nos gusta usar pistas y queremos que sea todo más natural. Así que hay cosas que no pueden estar. Y esto desencadena en una forma de tocar “más rockera”.
A.B.:--Con el mismo tempo que en el estudio, pero con más fuerza. Cambia la intensidad.
Y.G.:--Por eso, en los últimos meses lo incluimos a Andrés para lo que es tocar en vivo, porque nos ayuda con el aporte de baterías, dándole más matices a la bases. Las bases rítmicas se mantienen, pero al integrar una mano humana adquiere otro matiz.



Le Premier Enfant sintetiza la electrónica con el rock. Así, la banda de Burzaco rompe con la recomendación de Pappo a DJ Deró (pibe, búscate un laburo honesto): funde ambas propuesta. “Más allá de que nosotros creo que utilizamos a la electrónica, no sé si nos consideramos una banda de ese estilo. Nuestro objetivo es, en realidad, ser una alternativa a lo que es la movida del rock, del indie rock, de lo que está sonando ahora en las bandas emergentes. Nosotros buscamos ser una alternativa y que la alternativa esté más allá de la composición y la creación, donde si confluyen elementos electrónicos”, esboza Saint-Esteben.

A.G.:--No está explotado mezclar la electrónica con el rock. Hay muchas bandas que meten un sintetizador pensando que hacen electrónica y siguen haciendo rock. En cambio no está explotado el tema de hacer electrónica pero desde una perspectiva mas rockera. Por lo menos acá.

Le Premier Enfant se encuentra grabando su disco debut en un momento de la historia donde el formato se ha convertido en un mero fetiche consumista, y donde el downloading aparenta ser imparable y una práctica irreversible. A años luz del conflicto Metallica versus Napster, hoy, propuestas como la de Saint-Esteben, Gladitz y Burztyn, miran con otros ojos que su primera producción sea descargada de forma frenética, y hasta ven un aspecto positivo en ello.

--Una banda que invierte tiempo y dinero en producir un disco, ¿con que ojos mira el hecho de que pueda ser bajado?
A.G.:--Ya desde el vamos la mitad de los discos van para regalo
F.S.E.:--Nunca nos pusimos a pensar en las ganancias. El punto es tener una obra propia, de sentirse orgulloso de estar contribuyendo en la música de un país donde siempre salieron bandas de la concha de la lora. Un disco nuestro va a estar, quieras o no, formando parte de un linaje que nos dejaron las bandas de los ‘60, que a su vez nos dejaron el legado de sacar discos. Yo quiero pertenecer a esa historia. Que haya gente que lo escuche, eso es lo importante. Nos importa más que se escuche. Además es estúpido pensar que no lo van a bajar, es más, pienso que sería un punto positivo que alguien quiera piratearnos, porque eso significa que alguien va a querer bajarlo. Si alguien piratea es porque hay demanda, y eso a mí me enorgullece.
A.B.:--Igual pienso que si a la gente le gusta, lo va a terminar comprando. Por ahí llega a sustentar parte de la grabación.
F.S.E.:--El disco funciona como una manera de hacerse conocer, como un virus que se va expandiendo. Después si a la gente le gusta nos va a venir a ver. De donde más rédito económico se saca es de las fechas. Por más que la gente sea reacia a pagar una entrada de 10 pesos, que es un 33,33 por ciento de lo que sale una entrada a un boliche. Uno está exponiendo música y arte, y son reacios a pagar eso, pero después viene cualquier banda de Inglaterra o Estados Unidos y pagan 400 pesos. Además son los mismos que después en la cancha cantan el que no salta es un inglés. Por otra parte, de esos 10 pesos, nos quedamos con nada. Hay gente que llega a un bar, ve que toca una banda y dice “¿sale 10 pesos? mejor voy al bar de la esquina a tomar una birra solo y a escuchar a (Ricardo) Montaner”. Somos el único país de Sudamérica que tiene 50 años de rock, ¿cómo puede ser que en la gente no exista todavía el impulso inconsciente de querer escuchar una banda? No lo puedo creer. Pero en cambio si pagan 50 pesos más un daiquiri para ir a bailar a un lugar de mierda donde te pasan los mismos temas todos los días.

Para Le Premier Enfant no existen los tabúes. Incluso se animan a contar los pormenores de una grabación donde el exceso de cannabis estuvo a la orden del día. Históricamente las drogas han impactado de manera explícita en la música, aportando atmósferas que solo pueden ser logradas alterando ciertos campos de la percepción. Por ejemplo, el ultra fumadoPaul’s Boutique de los Beastie Boys, el estado de trance extático de Sreamadelica de Primal Scream o la dureza blanca de Raw Power de los Stooges. Pero ¿hasta qué punto influyen las sustancias?

Y.G.:--Las drogas estuvieron presentes en el disco todo el tiempo.
F.S.E.:--Imagínate entrar en un estudio, que se respira más marihuana que oxigeno.
Y.G.:--Salís de ahí con un olor a porro que es como tirarte Glade de cannabis. En el disco es inevitable que se vaya a notar eso.
F.S.E.:--Nos pasó varias veces que escuchábamos algo en el estudio, en ese ambiente y escucharlo después en tu casa tomando un tang y pensabas “¿esto grabamos?, ¿qué mierda pasó? Pasó muchas veces eso.

--Su sonido parece de otra época, remite a los ’80, ¿lo piensan como si estuvieran tocando en esa década?
F.S.E.:--Nuestras graficas están inspiradas en el arte ruso, en la modernidad, el constructivismo.
A.G.:--Somos nostálgicos de los ‘80.
F.S.E.:--Somos bastante románticos, sin ser retro. Lo bueno es la novedad. Obviamente, buscamos la novedad, pero hay influencias claras.
A.G.:--A las bandas metaleras que ensayan en la misma sala que nosotros les encanta la banda. Y ahí existe una conexión. Pero hay una diferencia, no apuestan a la novedad. Tienen una visión retro, romántica, pero sin ansias de cambiarla, mejorar.

--Es decir, están parados en 1984, como queriendo cambiar el futuro.
F.S.E.:--Claro. Somos como un DeLorean.

lunes, 24 de octubre de 2011

Androide Mariana: "Nos interesa tocar para mostrar lo que hacemos y de paso mostrar que somos unos sexy niños".-




El cuarteto de zona sur que “lucha contra el mal”, según se define, acaba de lanzar su ópera prima: un disco que sintetiza en siete temas una propuesta enérgica y tropical a través de un compendio de fábulas suburbanas, referencias al rock de cepa eléctrica y bailable, y psicodelia. “El formato de veintipico de minutos que está entre EP y LP es el que mejor se ajusta a nuestras posibilidades y necesidades por el momento”, cuenta su vocalista.

Por Juan Castiglione
Fotografía gentileza de A.M.

Buenos Aires, octubre 21 (Agencia NAN-2011).- El proceso por el que una banda pasa al grabar su disco debut es prácticamente idéntico al de ser padre primerizo. El 90 por ciento del tiempo uno no tiene idea de qué carajo está haciendo, pero de todas maneras lo disfruta. Androide Mariana, agrupación vernácula de Lomas De Zamora, gestó en un proceso de casi 12 meses su álbum primogénito, totalmente autogestionado y esencial para entender una revolución musical de la zona sur que no llegó a gestarse.

Es que ser independiente en una industria musical como la que hoy hegemoniza sentidos es por momentos casi una misión romántica: un circuito diezmado que no deja ganancias, promotores y dueños de escenarios más preocupados por cerrar con el saldo a favor que por aportar su grano a la construcción de una movida y, sobre todo, proyectos que se truncan antes de poder encontrar su norte y a ellos mismos. En medio de esta tormenta dispuesta a no dejar un alma en pié, se encuentra Androide Mariana, a bordo de un barco construido a pulmón, con vocación y por amor a la música, pero atados al palo mayor para evitar que el bravo océano se cobre una nueva víctima.

El tono apocalíptico de la analogía puede sonar exagerado, pero no deja de ser cierto, dado que la agrupación que conforman Ezequiel Visconti (voz y guitarra), Leandro Quiroga (guitarra líder), Daniel “Beto” Villalba (bajo) y Luis Paz (batería) ha sido, posiblemente, la única que sobrevivió de todas las que surgieron en el mismo lugar, tiempo y movida. Algunas desaparecieron, otras se reformularon y pasaron a formar parte de alguno de los tantos sellos independientes que conforman la escena. En el medio se encuentra el cuarteto lomense conCamboriú, su ópera prima, a cuestas. Un álbum con la mística futbolera de “Francia 98”, que converge con la promiscuidad trans de “Androide Mariana” y la ingeniería apocalíptica-peronista de “El Hidropibe”.

--Al ser un disco netamente llevado a cabo por ustedes, ¿cómo vivieron el proceso de grabación?
L.Q.:--Aprendimos mucho. Y si bien siempre hay discrepancias, buscar un sonido que nos conformara unió muchos criterios sobre producción en los cuatro que tal vez no sabíamos que compartíamos. Eso hizo que pudiéramos producir el disco de una manera muy democrática y en la que la participación siempre fue de todos. Fue muy divertido. Y más aún las largas charlas que tuvimos para debatir y elegir lo que fuera más representativo para cada canción. Por otra parte, estuvo la ansiedad que nos fue agarrando una vez que notamos que no era tan fácil encarar un proyecto así y que suponía mucho trabajo y tiempo. Todos estábamos (y seguimos estando) muy ocupados durante la semana. No se hizo fácil, por lo que cada vez que estábamos en el estudio queríamos aprovechar el tiempo lo máximo posible. Pero llevarlo de a poco pensamos que nos dio frutos. Somos muy minuciosos y detallistas, y enCamboriú quisimos plasmar eso.

E.V.:--El proceso está sobrecargado de nerviosismo, intranquilidad y obsesión, especialmente al comienzo, cuando se graban las pistas de batería o bajo y el rostro final del trabajo está más que difuso. Uno está haciendo fuerza y atajando los temas para que no se desvíen de lo que se tiene en la cabeza. Eso es lo peor, la tensión que hay en la lucha para que la realidad técnica disponible no deforme tus ilusiones estéticas.

--¿Cómo se encara el proceso de difusión del disco desde la autogestión?
L.P.:-- Lo encaramos al trote y con una gambeta, pero ni por habilidosos ni por apocalípticos de la prensa. Simplemente, la gambeteamos. Por ejemplo, no mandamos gacetillas. Pasamos el link de descarga de Camboriú por mail a nuestros amigos y conocidos, en foros y redes sociales, y avisamos de él cuando tocamos. Existe gente muy bella que pasa canciones deCamboriú en su programa de radio, y eso es un gesto que también alegra y le brinda salud a la banda, y que genera un cariño con esa gente. El mismo que con ese grupo de restauradores del amor que puede recomendar a la banda, el disco o alguna canción en las redes sociales que usa. Tenemos un blog, un Twitter, un Facebook, un Soundcloud, pero no hemos encarado un "proceso de difusión".

L.Q.:-- Sabemos que hay que tener cuidado y dedicación. Es un mundo en el que todo se presta fácilmente a ser desechado. Siempre vemos casos en los que “tal banda se hizo famosa por Internet”. Yo creo que es más fácil que se te infecte la PC con un virus intentando subir un tema que llegar a ser famoso por la web. El esfuerzo viene por otro lado.

--Al momento de tocar en vivo, ¿qué cambia con el disco?
L.P.:-- Quizás alteró el orden de los temas, pero son básicamente los mismos: media docena de temas anteriores a esta etapa de Androide Mariana, de Eze y Lean, y otra media parida entre los cuatro. Y dos siendo trabajados. Por diversas razones, un recital de Androide Mariana dura entre 25 y 35 minutos, para los que vamos batiendo en coctelera ocho o diez de esos gajos, les ponemos limón, hielo, azúcar y ají putaparió, y servimos el jugo que nos sale. Claro que, más por contundencia que por otra cosa, tiene las frutas de Camboriú bien al frente, pero tras de ellas ocurre un batido de cocos en el que las canciones nuevas van encontrando sus arreglos, sus momentos y su forma, de cara a alguna otra grabación.

L.Q.:-- Nos interesa tocar para mostrar la música que hacemos y aprovechar para mostrar que somos unos sexy niños. El disco es un reflejo adornado de todo eso, y la gente puede descargárselo cuando llega a su casa, ¿qué mejor que eso? Ahora y antes del disco, un show enérgico y divertido siempre fue nuestro alto guiso de cada día.

Camboriú sintetiza en 7 temas la propuesta enérgica y tropical de Androide Mariana. Un compendio de fábulas suburbanas, referencias al rock de cepa eléctrica y bailable, sin dejar de lado coqueteos con la psicodélica. Pero, sobre todo, el valor agregado de la banda es la facilidad para fabricar estribillos pegadizos: esos que escuchas una vez y luego cantás por el resto de la semana. Aunque no hay una formula exacta para que un tema “pegue”, Androide Mariana tiene su propia manera de gestar canciones pegadizas.

L.P.:- A la hora de hacer los temas intento entender de qué habla Eze y la lógica melódica que él o Lean proponen, y coordinar una solución rítmica junto a Beto. Una solución durante la composición, otra durante el registro y una final para el en vivo del tema ya grabado. Grabar canciones permite fijarlas, escucharlas sin tener que tocarlas y comprenderlas mejor, atendiendo a lo que cuentan. En Camboriú no hicimos música instrumental ni una obra conceptual, pero hay segmentos musicales y otros donde se cuenta algo. También, cada parte tiene su tratamiento. Y en esa tensión constante, uno se topa con la mejor forma que puede imprimirle a esa música.

L.Q.:--También puede darse que cuando nos juntamos a zapar algo los cuatro, al otro día escuchemos la grabación de lo que salió y nos demos cuenta de que varias cosas estaban buenas y nos den ganas de pensarles una estructura para meterlas en Androide. Eso es entretenido, porque nos encanta darle una interpretación o sentido a algo que salió en el momento sin pensarlo previamente. Por ejemplo, una noche en una de esas zapadas salió una frase que decía “Eres cuando fumas esa pipa” y a partir de ahí nos pusimos a debatir el sentido de lo que decía una frase que nadie había pensado ni un segundo antes de decirla.

--¿Proyectan integrar los temas que quedaron fuera de Camboriú en un próximo álbum?
L.Q.:-- Vemos la posibilidad de que la mayoría de los temas que no integraron este trabajo sean grabados en un segundo disco. De todas formas todo es muy dinámico, casi como un torneo corto. Los temas que hoy incluiríamos en un segundo álbum, tal vez mañana nos parezcan peores que las canciones del Parque de la Costa. Esperemos que eso nunca pase.

E.V.:--Seguramente hagamos otro disco de la misma longitud que incluya las que quedaron afuera y algunas nuevas que estamos ensayando. Me interesa tener un disco nuevo todos los años, el formato de veintipico de minutos que está entre EP y LP es el que mejor se ajusta a nuestras posibilidades y necesidades por el momento.

D.V.:--Nos gustaría sacar uno o dos temas a fin de año. Sería un regalo de Navidad. Veremos qué pasa.

Mientras la banda se prepara para encarar la última parte de año, que incluye recitales, un trabajo de composición que no se detiene y tal vez alguna grabación de fin de año, intentan acomodarse en un circuito que si bien se encuentra en pleno auge, no termina por concretar un movimiento homogéneo, sólido y convocante. “Las movidas muchas veces no se sabe en base a qué están articuladas, entonces en esos casos no se puede especificar cuáles son los rasgos que hacen una banda pertenezca a un clan especial. Si la relación con la propuesta es musical, yo al menos no creo encontrar un vínculo muy estrecho con una movida en particular. Ahora, si es respecto del modo independiente de vivir una banda sí se está en una movida, pero en la que entran miles y miles de ellas, por lo cual dejaría de ser una movida”, analiza Leandro.

*Androide Mariana tocará junto con Cldscp y Sub el 25 de noviembre en Monociclo Artes, Yrigoyen 6926, Banfield.
*Descargá Camboriú en androidemariana.blogspot.com

lunes, 10 de octubre de 2011

Pete Townshend

" I was able to bring the Rhythm guitar playing in the modern world as we know it. I wanted to be as Loud as a jumbo jet. Or even louder... I wanted an aggressive over the top loud approach to our sound and image. I think this was inspired by the post-war generation..." 

domingo, 9 de octubre de 2011

La Peña eléctrica, en Revista Nan #3


Estimado radioescucha, puede leer el artículo que escribí sobre la peña eléctrica para la revista Nan, 3er número. Ingrese acá y disfrute con responsabilidad: http://issuu.com/agencianan/docs/nan_3 . Y si por esas cosas de la vida, la publicación le pareció recontra piola, agarre, vaya a su kiosco amigo y comprela.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Escuchando a Pez



Flopa: “La poesía es la musicalidad que tiene”.-



A ocho años de Flopa/Manza/Minimal, la cantante y compositora habló con Agencia NAN sobre el trabajo que acaba de presentar en dúo con Minimal, y adelanta que Reducción de daños es nada más que un puntapié inicial.

Por Juan Castiglione
Buenos Aires, septiembre 23 (Agencia NAN-2011).- El bullicio metropolitano de la interminable Rivadavia contrasta con el silencio y la tranquilidad del departamento de Florencia Lestani. Once pisos arriba el atardecer que a la vera de la avenida confluía en un mar de bolsas de compras, bocinas, semáforos y miradas vacías, es calmo y casi otoñal. Ya no hay carteles de ofertas, sino un gigantesco poster de The Who que decora el rudimentario home studio armado en una de las habitaciones del apartamento. Son las 18 del sábado, y los últimos albores de la tarde entran sin pedir permiso por la ventana. Flopa toma un sorbo de mate y se balancea sobre la silla. Libros y discos distribuidos por el cuarto parecen ser la decoración acorde a una artista que parece pensar la música y la literatura de una misma manera.

--¿Nunca fantaseaste con la idea de sacar un libro?
--(Piensa) En el ‘97 hice una recopilación de unos poemas que tenía, se los regalé a unos amigos y ya. Pero no, nunca me pareció bueno como para mostrárselo a nadie más que a mis amigos.

--Es decir que sentís la poesía más ligada a la música...
--Es que, ¿qué es la poesía? Me parece que tiene que ver con expresiones poéticas. Las letras de las canciones te permiten cosas que la poesía no te permite, como venir cantando una frase, y la melodía hace que puedas cortarla donde quieras. Te permite hablar coloquialmente o hablar en rima consonante como Calamaro (ríe) y todo va a depender de como estés acompañando con la melodía. La poesía en sí misma es la musicalidad que tiene, porque te lleva el ritmo mismo de la palabra, los espacios y los tiempos con los que vos la leés. Ya que tampoco es lo mismo cuando vos leés la poesía para tus adentros que cuando la decís. Cuando vos decís es otra cosa que cuando pensás.

--¿Cuando escribís, pensás en un ritmo que luego pasa a la música?
--En general sí. Mi formulita inicial es un machaque de (tararea) “papá-papá-papá”. También tengo un montón de temas que son parecidos justamente por eso. Porque es el carril por donde sale. Después te encontrás otras cosas por el camino y vas probando a propósito. Yo tengo un germen del que después se desarrolla todo. Haciendo letras con (Ariel) Minimal nos morimos de risa. Hay momentos en los que yo le digo: “se me ocurre algo pero me da vergüenza decírtelo. Una frase hecha, totalmente hecha”. Pero después la cantas, viene con la melodía y la mandas atrás de dos o tres frases. Y después la escuchas y pensás “¿cómo se me ocurrió esto?” Porque estás tirando fruta, es otra manera de hacer las cosas, del súper filtro y el enfocar y querer decir algo, a hacerlo en automático, sin filtrar, y sale también.

El año 2003 encontraba a Lestani junto a Minimal y Mariano (Manza) Esain grabando un disco que, casi sin proponérselo, se convertiría en uno de los trabajos más celebrados de la década pasada. Flopa/Manza/Minimal nació en un hiato entre el infame post-cacerolazo y la tragedia de Cromañón. “Nos conocimos con la excusa de una canción mía que había escuchado Ariel. Manza lo había convocado para hacer unas fechas de guitarras. Fue todo muy azaroso, antes de Cromañón, en 2002. Yo ya los conocía de haberlos visto con sus bandas, con Pez, Menos que Cero… nos teníamos de vista del medio. Para mí fue mágico el día en que, sin saber nada, Ariel me dejó un mensaje en el contestador diciéndome que se habían juntado con Manza, que habían escuchado un disco con unas grabaciones mías que le había pasado un amigo y que querían hacer el tema ‘Sonajeros’. Y que lo iban a tocar ese mismo sábado. Me dijeron que si quería tocar con ellos estaba invitada. Cuando llegué estaban probando sonido, nunca nos habíamos juntado antes, pero ellos habían sacado la canción, se habían juntado y habían hecho unas armonías en las voces y lo que quedó grabado fue la primera vez que lo escuché, que me dijeron ‘un dos tres’ y el tema salió andando. Como que a partir de ahí nos dimos cuenta de que teníamos una química, de que podíamos por lo menos hacer la performance de los temas. Después se hizo difícil ajustar los tiempos de cada uno”, reflexiona Flopa, y agrega “Ariel estaba a full con Pez y con otros proyectos, recién terminaba de tocar con los Cadillac, y estaba tocando con Lito Nebbia. Manza labura como productor y estaba a full con eso. Además, entre ellos dos hay una relación familiar de amor y odio, hay amor pero bueno...no pueden estar juntos mucho tiempo (ríe): uno dice blanco y el otro dice negro, tienen como choques estéticos, pero bueno, son dos genios. En ese momento se alinearon los planetas. Después siempre estuvo la idea de que en algún momento lo íbamos a volver a hacer.” Y volvieron. Esta vez Flopa y Minimal a dúo, con cuatro temas que conforman el EP Reducción de daños, grabado en una sola jornada, en los estudios TNT.

--A ocho años de Flopa/Manza/Minimal, ¿cómo se da ésta colaboración, ya no en trío sino en dúo?
--Más que un volver es un seguir, ir para adelante, un poco más allá. La idea era seguir, redoblar la apuesta y empezar a componer juntos. Manza, en cambio, necesita pensar las cosas, cranearlas, le cuesta largar todo espontáneamente. Entonces cuando dijo que no tenía tiempo para embarcarse nuevamente en el proyecto, le dije “cuando tengas tiempo lo haremos los tres, así que seguimos para adelante y nos juntamos con Ariel y estamos haciendo los ‘chicles’ estos”. Para mi es sorprendente. No sabía que podía hacer canciones así.

--Es decir que el EP sería una primera etapa.
--Claro, tenemos la idea de hacer más. Fue todo como una prueba también, volvernos a juntar a hacer canciones y ver qué pasa. Cuando nos dimos cuenta de que en tres semanas teníamos cuatro canciones después de juntarnos una vez por semana, empezamos a encontrarle el gustito. Después no sé si vamos a repetir esa fórmula o vamos a ir probando otras cosas. Cuando grabamos el EP, en una sola noche en la sala de Pez, terminamos, le agregamos un solo, una pandereta y nada más. Teníamos el bajo, la batería y pensábamos “ya fue, vamos a ponerle de todo”, había que enchufar y grabar nada más. Pero lo tomamos como dogma y dijimos “no, hagámoslo así, como un esqueleto”. Si con eso se sostiene, el tema después resiste cualquier cosa. Tenemos la idea también de hacer dos versiones de los temas para que quede la acústica y después otra. Por ejemplo, hay algunas canciones que las estamos cantando y me las imagino con vientos, timbales (ríe) y por ahí lo podemos hacer también. En vivo vamos a seguir tocando con las guitarras, pero a la hora de grabar, ¿por qué no? Es más lúdico. No es nada serio, de hecho a los temas los llamamos “chicles”: pegadizos, cortitos, aparentemente superficiales. Hay veces en la que escribimos cualquier pelotudez, después las escuchamos y decimos “ah, mirá, algo me dice”.

--¿Todo esto termina aportándole al disco un carácter más urgente?
--Tiene una inmediatez tal que no tenía sentido editarlo como simple. Primero, porque no tenemos la plata y no sé si tiene sentido hacer un simple. Segundo, no hay cultura acá de eso, no hay mercado, no hay industria como para hacer un simple y venderte un disco de cuatro temas. Porque con lo que te sale hacer un CD, para eso le meto doce temas, no cuatro. El estudio hay que pagarlo, el arte del disco hay que pagarlo. O sea, todo se paga.

--Al ser dos, ¿cambió la dinámica con respecto al trío?
--Es otra energía, una dinámica diferente. Es todo mucho más inmediato, hay más complicidad porque no estamos tan agarrados de algo que ya es así, de un tema que ya vino hecho. Como lo hicimos juntos y lo vamos cambiando en el momento, de una semana a la otra, decimos “no, esta palabra no cierra; tenés razón vamos con la otra”… Los temas los estamos haciendo todo el tiempo. Empezamos con esto de los ciclos los jueves a tocar canciones que todavía no están definidas. Es que, en realidad, hasta que no grabás, la canción va y viene. Le cortas el final, se lo alargás, probas una cosa, probas otra. Entonces tenemos una libertad en eso. Cuando éramos tres, estábamos mas agarrados, incluso vocalmente. Para meter tres voces te tenés que ordenar, ¡sino es un quilombo! (ríe).

--En el EP las voces por momentos parecen una sola...
--Es que con Ariel tenemos un timbre bastante similar. Nos damos cuenta también cuando tiramos ideas y cosas, que cada uno tiene un fraseo particular, sus formas de hacer las cosas. Obviamente que no es lo mismo, porque falta Manza, que tiene su manera particular de cantar, con su voz, con su color, sus temas, sus composiciones, es otra cosa distinta.

--Con Flopa/Manza/Minimal, explota, en consonancia con Cromañón, la movida del acusticazo, ¿cómo surge todo eso?
--Yo estaba en eso de lo acústico. Yo venía del '99, 2000, que dejé de tocar en barro, y agarré la criolla porque no quería tocar más. Entonces sentí que la cosa se armó para el lado de donde yo estaba.

--¿Pensaste en volver a esa etapa, más hardcore, más rockera?
--Tengo muchas ganas. Lo que me traba un poco ahora es el tema del canto. Tengo que aprender a cantar de nuevo para cantar a otro volumen. Siento que aprendí a cantar a un volumen acústico, y eso después llevarlo a una banda de rock es complicado. Me pasa a veces cuando canto con Pez, que el tema suena buenísimo pero yo siento que la voz se queda atrás. Es otro aprendizaje, pero sí, siempre me agarran ganas. Es más, ahora que todo el mundo está con la guitarrita acústica, me pudrí de tocarla, ya fue (ríe). Lo de guitarrita es cariñoso.

--Cuando pasaste del rock a lo acústico, ¿qué cosas encontraste que no le estaba dando el otro formato?--Primero, que me permitía estar yo sola con la guitarra y no tener que andar lidiando con nadie más que conmigo. En ese momento me costaba tener una banda en la espalda, de tres chabones así de grandes (levanta los brazos), en un punto también me costaba eso... hay que llevar una banda, o sea si no es un grupo donde están todos poniendo por igual, te la tenés que cargar y la tenés que llevar adelante. Yo no estaba para eso, sentía que no me gustaba lo que estaba haciendo. Me gustaban las canciones, pero en un momento llegué a pensar en llamar a otro cantante. Hacer yo las canciones, tocar la guitarra y que viniera otro y cantara, porque no me sentía cómoda. Fue entonces cuando me di cuenta que al bajar los decibeles encontré la expresión.

La tarde quedó atrás y su lugar es ocupado por la noche. Abajo, las luces de Rivadavia forman una serpiente que se mueve incesante hacia el Este y el Oeste. Lestani en cambio y, parafraseando a Serrat, hace camino al andar. No hay Este y Oeste. Es la música como un viaje, sin boleto de retorno, sin ataduras y, sobre todo, mirando por la ventana y disfrutando del recorrido.

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martes, 30 de agosto de 2011

Mujercitas terror, Las Kellies y Trueno Blanco en Salón Pueyrredón.-


El escenario palermitano sufrió el avasallante ataque de tres bandas que, el último fin de semana, echaron por tierra la creencia popular del rock como territorio masculino. Las ladies le pegaron una patada en el culo a la misoginia y al descrédito.

Por Juan marco Castiglione
Fotografía gentileza Mujercitas Terror

Buenos Aires, agosto 30 (Agencia NAN – 2011).- Olympe de Gouges nació en la París del siglo XVIII. Escritora y dramaturga, fue la autora de la Declaración de los Derechos De La Mujer y de la Ciudadanía, unos de los primeros documentos históricos donde se propone la igualdad entre la mujer y el hombre. Si la historia hubiera sido otra y Olympe hubiera nacido en Buenos Aires, a finales del siglo XX, seguramente habría estado en la primera fila de la fecha que el sábado 27 de agosto reunió a Mujercitas Terror, Las Kellies y Trueno Blanco. En un Salón Pueyrredón rebosante de actitud femenina, las tres bandas conjugaron con gracia y carísma la potencia del rock y la efervescencia new wave. Por momentos a un volumen ensordecedor, el cóctel explosivo de rimmel y powerchords mostró una paleta de colores y texturas más que contundentes en el escenario de la avenida Santa Fe.

Trueno Blanco, acaso la agrupación más joven de las que conformaron la fecha, fue la encargada de abrir la jornada. Comandada por la cantante y guitarrista Claudia Buttignol, la banda formada en zona oeste en 2007 sacó a relucir su propuesta descripta como “Mugre Indie Infantil”, con reminiscencias tanto del indie pop platense como del hardcore de la escuela Fun People. A su vez, en temas como “Diente De León”, “Horrible”y Monkey”,el cuarteto demostró que en vivo sabe conjugar hábilmente la estética sensible del pop de parte de Buttignol y la tecladista Mercedes Galcerán, con la base rítmica en la batería de Franco Italiano y en la mano derecha de su bajista Eva Victoria Martinez, deudora del Joy Division más post punk y abrasivo. Entre estas dos aguas, entre la calma y el caos, surfeó el set de Trueno Blanco. Una contradicción dulcemente amalgamada, como un martillo de terciopelo, acariciando y golpeando en un mismo movimiento.

Segundas en subir al escenario y en su primer recital luego de su última gira por tierras europeas, fueron Las Kellies. El trio oriundo de Palermo, que conforman Cecilia en guitarra, Sil en Batería y la inglesa Julia en Bajo. Las autoapellidadas Kelly desplegaron, con sus atuendos alla 50's y su actitud garagera, el set más encendido de la jornada. Es que si lo de las Trueno Blanco pasa por los estados de calma y caos y lo de Mujercitas Terror es noise tremebundo, lo de Las Kellies es pirotecnia surf y corazón new wave. Mientras temas como “Keep the horse” y “Prince in blue” remiten a los Gang Of Four de vacaciones en Mar Del Plata, piezas como “Perro Rompebolas” suenan a Los Saicos experimentando con alucinógenos. Guitarras crudas y filosas cortan sobre una base agresiva que funcionó en la noche del sábado como una locomotora sin frenos. Ritmo frenético, algún cover de The Sonics, voces bañadas en echo y toneladas de actitud condimentaron el recital de unas Kellies que si bien no representan un quiebre de esquemas, se manejan con soltura dentro del garage rock, el pop de raíz surf y el minimalísmo del primer post-punk. Simple, compacto y efectivo.

“La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos”, postulaba, hace casi 200 años, De Gouges. Lo de Mujercitas Terror es eso, igualdad de derechos entre mujeres y hombres a la hora de dinamitar el escenario de Salón Pueyrredon. El doble pivot que fusiona a Marcelo Moreyra (guitarra) y Daniela Zahra (bajo) en voces se suma al galope casi progresivo de la batería de Federico Losa. Un sonido oscuro, lúgubre y denso que responde sobre todo a la tradición del noise pop de los primeros discos de Jesus And Mary Chain. Pero mientras los escoceses eran ruido blanco y atmósferas asfixiantes, Mujercitas es eso y más.

Sonido por momentos ensordecedor, lírica intrincada y poética y una estética que remite a una hipotética opera rock de Tim Burton. Todo en el marco de la presentación más larga de la noche, donde el trío repasó algunos de los temas que conforman su nueva y flamante placa, “Excavaciones” y otros de su debut de 2007. Densas como nubes de carbón son las atmósferas que crean en temas como “Excavaciones”, la perturbadora “Pájaros descuartizados”, “Ceremonia” y otros, como “Actriz”, que recuerdan al “Lullaby” de The Cure, pero hipereléctrico y desgarrador.

Las voces de Moreyra y y Zahra se yuxtaponen, se entremezclan y terminan conformando una sola. Igualdad de Fuerzas, conformando un relato hipnótico que se posa como un cuervo sobre guitarras garageras y bajos furibundos. Y debajo del escenario un publico que respondió con la misma energía que recibió desde las cajas de sonido que, por momentos, parecían a punto de estallar. Esto debido a un volumen en varios pasajes excesivo para las dimenciones de Salón Pueyrredón.

Como saldo final quedó el de tres bandas que echaron por tierra la creencia popular del rock como territorio masculino. Una patada en el culo a la misoginia y al descrédito. Girl power, actitud y potencia en grandes cantidades. Sensibilidad, criterio estético y crudeza. Emancipación femenina en el under nacional, aggiornando a nuestros días lo que alguna vez pregonó Olympe de Gouges. Ya no en la París convulsionada del siglo XIX, sino en los escenarios de la Buenos Aires, circa 2011.

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viernes, 15 de julio de 2011

Compipulenta: una torre de Babel de música under.-


De uno de los espacios que brotó con más fuerza de la escena independiente local, se erige un album inédito como la obra recopilatoria más importante del rock bonaerense de los últimos tiempos. En ese trabajo, 32 temas, un bonus track y 33 bandas se combinan para darle forma a un compilado doble que puede conseguirse en el universo de links y bites pero también ofrece la posibilidad de armarse de forma artesanal a criterio de quien lo desee. Un proyecto musical, un tipo de política cultural y una idea gestada en tiempos de férrea discusión entre los defensores del copyleft y los protectores del copyright, entre miles de artistas que buscan hacer lo suyo para abrirse espacios, tocar, crear, innovar, difundir, multiplicar, expandirse…

Por Juan Castiglone
Fotografía gentileza de Compipulenta

Buenos Aires, julio 15 (Agencia NAN-2011).- El posiblemente mejor álbum del año no se encontrará en las bateas de las disquerías, ni será reseñado por los medios hegemónicos consagrados a la música o, como algunos rezan, a la cultura joven. Sin intermediarios y a unclick de distancia, el Compipulenta se erige como la obra recopilatoria del under bonaerense (y aledaños) más importante hasta el momento. Una torre de Babel underground compuesta por 32 temas más un bonus track que terminan por conformar el catálogo definitivo de una de las etapas más prolíficas de rock argentino. Nicolás Lantos y Juan Manuel Strassburger, periodistas y organizadores del Festipulenta, uno de los festivales más convocantes de la escena, fueron también los responsables de la compilación del trabajo de las 33 bandas que componen el disco: de 107 faunos a La Ola Que Quería Ser Chau, de El Mató a Un Policía Motorizado a Fútbol, pasando por Androide Mariana, Los Pus y Sr. Tomate, entre muchas otras que desfilaron por los escenarios de la fiesta más pulenta de Buenos Aires.

Un festival que comenzó con el leit motiv “Hagamos una fiesta. Una a la que quisiéramos ir”, y que ya lleva diez ediciones de muchas otras que ya vendrán. Un compilado que perpetúa ya no en vinilo ni cassette, sino en bits bajados desde un servidor y distribuido, enlace de por medio, por el universo de unos y ceros, la obra de una generación que creció y se formó musicalmente dentro de una industria puesta en jaque como modo de difusión preponderante desde los últimos albores de la década del '90. Y entre medio la materialización de algo que se moldea y expande, a través de la tarea realizada a pulmón y con pasión por la música, como lo hacen los cientos de artistas, Nicolás y Juan Manuel, quien además fuera en los inicios de la movida parte del público que concurría a ver a las bandas en antros como El Tío Bizarro de Burzaco o Pura Vida de La Plata, y hoy, tiempo después, da cuenta de toda una interesante experiencia que a pesar de todo se mueve.

--¿Por qué surge el Compipulenta?
--Brota como forma de materializar lo trabajado todo este tiempo. 33 temas inéditos de las bandas que pasaron por el Festival en sus primeros ocho volúmenes, del 2009 al 2010. Un muestrario de una generación y de una movida que nos emociona.

--Una característica del compilado, además de recopilar gran parte de los músicos y bandas que pasaron por el Festipulenta, es que cada uno de ellos ha aportado temas que podrían considerarse rarezas o lados B (versiones acústicas, covers, temas inéditos) ¿A qué se debe esto? ¿surge desde el momento en el que se concibe el compilado o se da por otros motivos?
--Se da por motivos concretos: queríamos que el Compipulenta diera, además de una muestra del festival, un compendio de canciones nuevas. Enteramente nuevas. Un disco doble fuerte y poderoso con todos temas inéditos de las bandas que participaron del festival. Nos costó porque no siempre las bandas estaban con material disponible y en varios casos se pusieron a grabar especialmente para la ocasión, lo cual también lo hace más valorable.

--¿Cuánto tiempo les ocupó la elaboración del compilado?
--Llevó alrededor de 9 meses. ¡Un parto! La verdad que toda la logística y la reunión del material llevó mucho tiempo. Por momentos las bandas se colgaban y había que insistirles. Pero siempre bajo la idea de un proyecto en común. El librito también nos llevó bastante tiempo, pero por suerte “Chaume”, el guitarrista de El Perrodiablo, encargado del diseño, laburó a full y pudimos armar algo tan copado como nos imaginábamos.

--El compilado está pensado para que el que lo baje tenga la posibilidad de imprimir el libro y realizar una edición física artesanal ¿Pensaron en realizar alguna tirada física del disco?
--Nos encantaría realizar una edición física, pero es extramadamente cara. Tal vez en el futuro veamos alguna forma, con la recaudación que surja que vaya al “pozo pulenta”, el fondo impersonal que se usa para todo lo relacionado con el festival: pagos a colaboradores, pasajes a bandas extranjeras y gastos generales. Por un tema ético, tanto Nico como yo somos periodistas y por ende nos impedimos ganar plata con las bandas de las que solemos escribir en los medios donde laburamos, nada de lo que recauda el festival va a parar a nuestros bolsillos, sino a ese pozo que utilizamos para retroalimentar la movida.

--Esta recopilación abarca los primeros ocho volúmenes del Festi..., ¿dejan la puerta abierta para una nueva recopilación?
--Y... estaría bueno. Un Compipulenta cada dos años sería ideal. Pero bueno, no siempre lo ideal se cumple.

--El trabajo se inscribe en una tradición que completan producciones como Invasión 88 o No le pidamos peras a mandioca, quienes además de servir como fuente recopilatoria, han funcionado como testigos de una época, ¿creen que la escena independiente de la que se ocupa el Compipulenta representa una etapa crucial, o por lo menos un quiebre, en el rock nacional?
--No sé si un quiebre, pero sí una realidad: la de un under o indie emocional, interpelador de la sensibilidad, más auténtico, artesanal y barrial.

--Que el prólogo sea de Santiago Rial (cantante de D-champions) y la tapa sea ilustrada por Mosquito (cuya historieta “El granjero de jesú” suele venderse en la feria de historietas del Festipulenta), no es casual, forman parte de la fauna de los festivales. Ahora, su producción para el compilado ¿es una manera de dotarlo de valor agregado?¿ Es una especie de vuelta a la época donde el diseño de tapa y el libro que acompañaba al disco eran parte central de su producción?
--Claro, algo así. Todo el disco fue hecho por gente relacionada con el festival. La portada por Mosquito, un comiquero pulenta que leemos desde chicos y que publicaba en Comiqueando, una revista de crítica independiente, dirigida por (Andrés) Accorsi en los ‘90 y muy grosa. El diseño, por Chaume, guitarrista de El Perrodiablo y autor de todos los volantes oficiales del festival. La masterización por Satur, tecladista de SMK y actual sonidista de El Zaguán, y el prólogo por Santi Rial, además de cantante de D-champions, un pionero de toda esta movida con Perdedores Pop en los ‘90, cuando nos hablaba de Pavement sin que nadie los conociera. Santi, además, es un periodista que admiramos y nos educó. Es un gustazo que haya escrito el prólogo del disco.



Hablar del Compipulenta lleva de manera inevitable a hablar del Festipulenta. En una era de conectividad en red y saturación mediática donde, como postula el crítico inglés Simon Reynolds, los festivales recrean la idea de “underground” y permiten al público adquirir sentido de sí mismo como comunidad, esas dos noches que conforman cada nueva edición del evento ideado por Juan Manuel y Nicolás permiten además que un cúmulo cada vez más grande de personas le dé al movimiento, a la música, a los artistas y a su público, un modo de pertenencia. En un circuito diezmado, donde después de la tragedia de Cromañón se hizo cada vez más difícil lograr regularidad en la organización de eventos y donde las clausuras y las coimas están a la orden del día, el Festipulenta es por momentos una avanzada heroica por territorio minado.

-- El Festipulenta ya lleva dos años ininterrumpidos ¿Qué cambios notaron en la movida, ya sea en términos de infraestructura en las bandas, público, evolución del sonido..?.
--Cambios, bastantes. Casi todas las bandas son más conocidas que antes. Cuando empezamos, Viva Elástico no la conocía nadie, y 107 Faunos recién empezaba a tocar seguido en Capital, por más que a ambas les sobraban méritos para tranquilamente tocar seguido en el circuito under. Pero bueno, un poco la idea original del Festi fue esa: lograr que las bandas que nos gustaban tocaran seguido en Capital y en condiciones similares a la que lo hacían en La Plata y la zona sur. Creemos que en algún punto lo hemos logrado.

--La escena post-Cromañón se ha caracterizado por ser cada vez más hostil, tanto para el músico como para el productor independiente. En este nuevo mapa, donde se han reformulado las reglas del juego, ¿qué inconvenientes han encontrado para la realización del festival?
--El inconveniente principal es la inseguridad respecto a la habilitación del lugar. Y no porque esté en malas condiciones, todo lo contrario; sino porque realmente estamos en un momento en que cualquier boludez puede ser utilizada como excusa para suspender o clausurar un lugar. De hecho, nos pasó este año, en febrero, cuando por un tema de bromatología la Municipalidad suspendió el Zaguán a dos semanas de realizarse el Festipulenta y debimos mudarnos de apuro al Marquee. Por suerte pudimos. Porque habíamos invitado a una banda uruguaya (Carmen Sandiego) y ya teníamos los pasajes pagos...

--La catedral por excelencia del Festipulenta es Zaguán Sur, aunque se ha realizado en otros lugares ¿Pensaron en expandir la propuesta a otras ciudades o provincias?
--Sí, claro. Nos encantaría extenderlo al conurbano, La Plata y el interior del país. Incluso fantaseamos con hacer un Festipulenta en Montevideo, acorde a las varias bandas uruguayas que tocaron. Ojalá podamos.

--¿El formato del Festi… se circunscribe sólo al rock o cabe la posibilidad de incorporar nuevos géneros?
--Hace hincapié en el rock. Como todo, como el rock mismo, está abierto a otras posibilidades. Tal vez algún Festipulenta acústico o un tecno pulenta. Quién sabe...

--¿Queda alguna materia pendiente con los festivales?
--Siempre hay objetivos a cumplir. No los revelaremos para no quemarlos. Pero esperamos cumplirlos.

Un bastión de la independencia sónica en épocas de recesión músical. Un compilado doble y superlativo en días del downloading aislado de temas sueltos. Un festival donde el que gana es el músico autogestivo y no el productor corporativo. En el reproductor de Juan Manuel suenan, en repeat, los temas "Ahora soy vegetariano" de Javi Punga, "Habeas Corpus" de Hernán Martínez y "Las estrellas", "Vigilante de la Oscuridad" de Antolín, "El día del huracán" de El Mató, "Balada para otra mujer" de Los reyes del falsete y "Tabaco y yerba" de Revolutiva. En el marco de un disco en el que tanto a él, como a Nicolás, les gustan todos los temas; porque tal vez esa haya sido la idea del Compipulenta: hagamos un disco. Un disco que nos gustaría escuchar.

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viernes, 1 de julio de 2011

Tobogán Andaluz: “Hacemos lo que nos gusta, no nos importan los géneros”.-


El grupo surgido en Belgrano a principios de 2010 no pretende encasillarse dentro del indie bonaerense. En su camino, en cada recital, sus integrantes amplían una búsqueda constante como una forma de recorrer ese camino que ya anduvieron Valentín y Los Volcanes, El Mató un Policía Motorizado y Prietto Viaja al Cosmos con Mariano. Así, la banda gestada como proyecto solista, consolidada como conjunto en octubre y finalmente reconvertida en cuarteto pretende mutar para expandirse hacia nuevos horizontes.

Por Juan Castiglione
Fotografía: Martina Trlik

Buenos Aires, julio 1 (Agencia NAN-2011).- Es la madrugada de un sábado como cualquiera en La Plata. Facundo Prantera (voz y guitarra), Federico Dopazo (bajo) y Marina Huberman (batería), tres de los cuatro pilares que conforman Tobogán Andaluz junto a Augusto García (guitarra), se encuentran recostados sobre la pared de Pura Vida, antro emblemático de la movida under platense de los últimos años. Acaban de abrir la fecha que completan Valentín y Los Volcanes y Prietto Viaja al Cosmos con Mariano, dos de las bandas más convocantes y longevas del ambiente. El sonido de los bajos rebota en los paneles y los acordes llegan como una serie de melodías en caliente que reafirman la influencia hacia la agrupación conformada como proyecto solista a principios de 2010, consolidada como conjunto en octubre de ese mismo año con la incorporación de Marina y Federico y finalmente reconvertida en cuarteto con la inclusión de Augusto. La banda está encuadrada, como tantas otras, en la nueva camada que ha sido marcada en su camino por muchas de las mismas personas con las que suelen compartir fechas. Simple y sencillo.

El Mató a un Policía Motorizado, 107 Faunos, los ya citados Valentín y los Volcanes, entre otras, son grupos que han trazado un camino que hoy bandas como Tobogán Andaluz se atreven a recorrer en un circuito que se encuentra en pleno auge y marchando a toda máquina; donde la producción constante de EP's reformula el modo de difusión en días donde el CD se apuesta a dar su inevitable canto de cisne. “No nos cuesta tanto grabar porque en la casa de Marina hay su estudio, entonces grabamos lo que tenemos ganas, cuando tenemos ganas. Podríamos sacar EP's todos los días, pero nos cuesta viajar hasta Villa Ballester,” admite Facundo, antes de que Marina agregue: “Igualmente ahora estamos grabando el primer LP de la banda. La idea es que sea un disco largo, de mejor calidad que los EP's.” En sí, el objetivo es dejar por un tiempo los Ep's de lado y dedicarse de lleno al LP.

La experiencia de Tobogán Andaluz con el formato acotado de EP (más corto que un long play, pero más largo que un sencillo) los ha llevado a grabar en conjunto con José Goyeneche, alma mater y líder de Valentín y Los Volcanes, además de ideólogo del sello independiente Juvenil Empresa de Color. A propósito de ésta relación, plasmada en el redundante “Tobogán Andaluz & Jo Goyeneche”, Facundo explica como surge la colaboración desde la experiencia: “Surgió una noche cuando lo conocí acá, en Pura Vida. Charlamos y le propuse grabar algo. Como le gustó la banda, un día que tocaron en capital lo invitamos al estudio. Vino y grabamos uno de sus temas, un tema mío y otro que hicimos en el momento. Fue todo medio de improvisto, pero quedo buenísimo.” Un modus operandi que parece repetirse en la producción de Tobogán Andaluz, quienes fluctúan entre la urgencia, la espontaneidad y el hormigueo constante que los lleva de un lugar a otro. Desde Capital, hacia los rincones más húmedos y oscuros del conurbano bonaerense.

“Nosotros hemos tocado otras veces en La Plata, pero muy temprano, y en La Plata, las bandas suelen tocar muy tarde, entonces el público que nos iba a ver era mucho menor al de hoy, donde tocamos con el lugar repleto”, celebra Facundo. Para una banda que lleva menos de un año tocando, y que está en plena etapa de consolidación, ya sea entre ellos como con el público, una fecha como la de Pura Vida, a sala llena y hasta con la presencia de algún que otro pogo durante sus temas, termina por conformar el ideal de recital. “Tomamos el tren, o un colectivo, y vamos a tocar a donde nos inviten, siempre y cuando sea algo que nos haga sentir felices. Eso es lo que más nos importa: que nos hagan pasar un buen momento, ya sea viajando a La Plata, a Bahía Blanca o a Corrientes”, confía el cantante y guitarrista del grupo surgido en el barrio de Belgrano.

Pero no todo es color de rosas. El hecho de ser una banda autogestionada, implica, como ellos explican, tener que llevar los equipos de un lado a otro, viajar una hora y media en tren para llegar a La Plata y juntar dinero entre amigos para comer unas pizzas antes de arrancar con el armado del escenario. Pero las ventajas de éste modelo de gestión son claras, por lo menos para ellos, ya que, como aclara Facundo “tocamos donde queremos y grabamos lo que queremos, cuando queremos”. Es simple: las llamadas desventajas forman parte del folklore que envuelve al ser una banda independiente; esto se debe a que “es algo que involucra a la movida, al ir a tocar, si no pasara no sería tan divertido. Ser autogestivo es poner el cuerpo”, agrega Federico.

Mientras tanto, para la banda, en el futuro inmediato no aparece la firma de contratos discográficos con grandes sellos o las giras interminables. Al respecto, comentan: “Nos gustaría mejorar nuestra estructura para poder autoabastecernos de alguna manera no tan lucrativa. Es decir, poder bancarnos pero sin tener que vendernos a una publicidad o a lo que sea. El objetivo es poder lograr un autosustento, tratando de llegar lo más alto que se pueda dentro de ese formato de gestión. Bandas como El Otro Yo, Boom Boom Kid siempre fueron independientes y les ha ido bien. Estaría bueno lograr algo como lo que ellos lograron.” Esta independencia también implica cierta libertad a la hora de organizar la agenda con fechas. Marina comenta que “en principio era el momento de salir a conocerse, y está bueno conocerse tocando” en vivo. “Entonces tocábamos bastante seguido. Ahora, en cambio, elegimos mejor donde tocar y ensayar más”, completa.

Augusto debutó con la banda en la fecha de esta noche. La incorporación de un cuarto miembro responde, para el resto de los integrantes, a la idea de mejorar la estructura musical de la banda y expandirse sónicamente hacia nuevos horizontes. “Ahora estoy mas cómodo. No sé tocar muy bien la guitarra eléctrica, siempre toqué la acústica. Además, no tengo guitarra eléctrica. Siempre me prestaban alguna y me costaba adaptarme. Así que nos iba mal: rompía cuerdas, puteaba al sonidista, pateaba botellas. Entonces tener otro guitarrista que toque bien la eléctrica me da más libertad”, confiesa Facundo, el cantante. Ahora, explica Marina, “los temas son más disfrutables, estamos más relajados, antes tocábamos más a pleno, más distorsión. Está bueno que haya más arreglos”. Los tres coinciden en que hoy buscan dirigir sus naves hacia las tierras del rock. Cansados del pop y del punk, pretenden sumar arreglos, complejizar el sonido de la banda y poder llegar a hacer géneros que no existan, ya que, como aclaran, no les gustan los géneros.

En días donde el termino “indie” responde más a un sonido que a una manera de concebir la música, Facundo reflexiona sobre el uso que algunos hacen de la palabra, y que otros usan para definir la propuesta de Tobogán Andaluz: “Hacemos lo que nos gusta, no nos importan los géneros. La idea de catalogar las cosas es una mierda. El indie no es un género, si no una manera de hacer las cosas. Viene de independiente, y nosotros lo tomamos así. Las bandas punks de Jose C. Paz y San Miguel son indies, y los chabones ni saben que lo son”. Un indie que no responde a la pose de moda, que no toca en festivales emergentes y no aparece en los afiches del jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri. Sobre ésta (bastante difundida en los últimos años) segunda definición de la nomenclatura, reflexiona el cantante: “Muchos se olvidan del hecho de poder tocar la guitarra y disfrutar de ir a tocar a una plaza para sus amigos, encerrarse con la guitarra en el baño de tu casa, o mostrarle a tu mamá la canción que hiciste. Muchos se olvidan de eso y se meten en un circuito, que en realidad sólo existe en su cabeza. Porque la realidad es que ya no estamos en los 90's y Subpop ya no es tan grande como alguna vez lo fue. La gente debería disfrutar más de tocar la guitarra y cantar.”

La temperatura roza el grado bajo cero, de fondo se escuchan los colchones psicodélicos de Prietto Viaja al Cosmos con Mariano. La entrevista concluye y Facundo y Federico golpean la puerta del bar buscando ingresar. Sin titubear, el patovica de turno responde: “Damas, gratis; caballeros, 15 pesos”. Intentan explicarle que tocaron hace unos momentos en ese mismo lugar, y que sólo salieron a la calle por un momento. El grandote no quiere, ni siquiera intenta entenderlos y cierra la puerta delante de ellos. Encargados de la seguridad insensibles al frío glacial, los viajes en tren y bandas que son el público de otras bandas, son los gajes del oficio del músico independiente.

lunes, 6 de junio de 2011

Treinta mil libros de viaje literario

El recorrido por la última creación de Marta Minujin, la Torre de Babel de Libros, genera en su público un desconcierto relacionado más con las expectativas incumplidas, que con el impacto de una obra que no está a la altura de producciones pasadas de la artista plástica.

Por Juan Castiglione

En el marco de las actividades realizadas para celebrar la distinción de la ciudad de Buenos Aires como Capital Mundial del Libro 2011, desde el 12 de mayo, y hasta el 27 de junio, se encuentra abierta al publico la última creación de la artista plástica Marta Minujín. La obra, realizada en conjunto con el Ministerio de Cultura del GCBA, está conformada por una estructura metálica de forma cónica, de aproximadamente veinticinco metros de alto, por quince de diametro en su base, recubierta por 30.000 libros, 26.000 de ellos donados por más de 50 embajadas, asociaciones y delegaciones, a su vez, 4.000 libros fueron donados por particulares.


La obra de Minujín, que tiene su antecedente en el “Partenón de Libros” del año 1983, intenta ser, según el folleto que se le entrega a cada visitante al comienzo de la visita guiada, “una obra de arte en proceso y de participación masiva, una intervención efímera .” y su significado implica “La convivencia en un mismo espacio entre lo diverso y lo particular”, “La posibilidad de construcción de lo colectivo desde lo singular” y “La gran metáfora de lo que sucede día a día en nuestra ciudad dónde conviven diversas colectividades que hacen a la identidad de Buenos Aires”.


Ahora bien, en la práctica, la recorrida guiada hacia el centro de la torre literaria, dista bastante de lo que reza el folleto. Para poder ingresar hay dos opciones, o acreditarse por internet, o dirigirse directamente a plaza San Martín y esperar a que haya vacantes libres en alguna de las visitas que se suceden cada 20 minutos. En la fila para el ingreso se encuentra Mario, cadete de algunas de las tantas empresas que se encuentran en el microcentro. No tiene mucho conocimiento sobre la obra de Marta Minujin, y confieza que sólo está ahí “porque tenía un rato libre y pasé a ver de que se trataba”. La fila se completa con aproximadamente 15 personas más, entre jovenes, extranjeros y algunas familias con sus hijos.


La valla se abre, y Matías, el guía asignado al no muy numeroso grupo, indica que ahora hay que caminar por la rampa para dirigirse al primer nivel de la torre. Allí, un video que se proyecta en las 3 pantallas que se encuentran instaladas muestra el proceso de construcción de la obra de Minujín. A un costado, resguardada en un cubo de vidrio, se encuentra la maqueta realizada por la artista. Matías se limita a comentar lo mismo que detalla el folleto entregado. Invita al grupo a recorrer el lugar, antes de subir al siguiente nivel. A primera vista, la estructura no causa un impacto importante. Los libros, suspendidos en la estructura, remiten más a una librería de usados en la Avenida Corrientes, que a una obra de arte per se. Publicaciones en todos los idiomas, se pueden ver desde libros infantiles en algún idioma nórdico, hasta policiales negros escritos en ruso. La ausencia de autores de renombre en los títulos es llamativa. En una rapida recorrida, el único nombre que se destaca en la gran pared de libros que recubre el primer nivel de la torre, es el de Tom Wolfe, con una edición de tapa dura digna de la enciclopedia británica, de su novela “A man in full”. El decorado se completa con la exhibición de algunos dispositivos lectores de e-books.


El segundo nivel es seguido de largo, y así se llega hasta el tercer(y último, ya que el cuarto no está habilitado al público) nivel, el cual no presenta mayores novedades. Matías se limita a repetir “agarrense de las barandas cuando suban las escaleras” y “si quieren sacarse una foto, avisenme que yo se las saco”. Los libros se encuentran alojados en bolsas para preservarlos de las inclemencias del tiempo, aún así algunos de ellos presentan rastros de humedad, producto de alguna filtración. Cabe mencionar que estos libros, una vez terminada la intervención artística, pasarán a formar parte de la “Primera Biblioteca Multilingüe” de la ciudad, que se encontrará en Avenida Cordoba “al 1500, por ahí, no sabemos la dirección exacta”, según las palabras de Matías. Los visitantes de la torre se reparten en distintas actividades, algunos contemplan las obras que se exhiben en silencio, otros capturan instantaneas desde sus celulares, otro aprovechan la vista que se tiene desde esa altura para admirar la panorámica de plaza San Martín y la torre de los ingleses y el Edificio Kavangh asomandose por encima de los arboles.


Mara, quien vino a la torre con sus padres, Agustín y Gabriela, pregunta si uno puede llevarse los libros. Un grupo de turistas extranjeros dialoga a un costado. Y un grupo de jovenes, tal vez aburrido, tal vez apurado, emprende el regreso hacia el primer nivel. La visita al tercer nivel dura menos de dos minutos, dentro de una recorrida total que arañará los 10 minutos en total. Matías nos indica que ya es hora de bajar. Todos se retiran rapidamente, caminando con cuidado por las endebles escaleras que conducen hacia la salida. Algunos aprovechan para recorrer rapidamente el segundo nivel, el cual fue omitido en la subida. Tampoco encuentran demasiadas sorpresas. Libros y más libros, de turismo, de economía, de idiomas, de cualquier idioma. Algunas viejas ediciones de libros nacionales de autores en su mayoría ignotos (los libros donados por particulares parecen ser producto más de querer hacer lugar en la biblioteca, que de contribuir a la instalación con alguna obra de relevancia).


De vuelta en el primer nivel, Matías indica la salida. Afuera, otro grupo espera para ingresar. Algunos sacan las últimas fotografías. La sensación general es que el cometido de la obra no logró sacudir los sentidos de ninguno de los efímeros visitantes. Veronica, quien acaba de salir, exclama “pensaba que iba a ser distinto, pero duro muy poco, y son solo libros colgando”. Una sensación que, seguramente, se repita en los que visiten, hasta fin de junio, la obra de Marta Minujín. Una Minujín que en el pasado supo sorprender con instalaciones como “El obelisco de pan dulce”, o la “torre de pan de Joyce”, que fuera emplazada en la mismísima Dublín, cuna del autor de “Ulises”.

Son solo libros, 30.000 para ser más exactos, suspendidos en una estructura de acero de 25 metros de alto. 30.000 libros que se encuentran en bolsas y no pueden ojearse, ni siquiera tocarse. La indiferencia del público con la obra, una vez retirados, tal vez sea la mayor prueba de lo que dijo Veronica: “Pensé que iba a ser distinto”.

Ultima noche en la rave de los mirlos




La noche del sábado 4 de junio no solo ofició de despedida de los platenses Soundblazter (acompañados además por Marmol R), si no también, como el cierre de una etapa del rock independiente post-cromagnon, más interesado por reformular y resignificar esquemas, que por acostarse con las nenas (y nenes) de turno.

Por Juan Castiglione


Las despedidas suelen ser agridulces. Y más si son definitivas. Ahora, la sensación cuando la despedida es la de una banda que, a priori, todavía tenía hilo en el carretel es de "¡La puta madre, dejense de joder y sigan tocando!". Soundblazter ofreció, en lo que fue su último show, un epitafio demoledor, antológico y hasta lacrimógeno, digno de una banda demoledora, antológica y volátil, de las cuales, pasa el tiempo y van quedando cada vez más pocas.

El escenario elegido fue la catedral del underground granbonaerense, ese reducto hostil y fascinante, sectario y paria que es El Tío Bizarro. El equipo que completo esta especie de "partido despedida" fue el, tal vez, secreto mejor guardado del adrogue sound: Marmol R. El servicio meteorológico del rock anticipaba para la jornada "probabilidad de palmas, house, hip hop y nubes de humo; mejorando hacía el amanecer con la llegada de adrenalina, pogo y ocasional marea de moshpit".

El preámbulo fue la ¿presentación?¿el set?¿la performance?¿el happening? de Tenista, armado con dos discman conectados a un mixer. Sonidos que por momentos se asemejaban al sacrificio de un cerdo mediante el uso de un cuchillo tramontina, o porque no al estruendo que genera un renault 12 cayendo salvajemente por la ladera de una montaña, fueron el cóctel del (muy)breve show de un inclasificable tenista.

Marmol R en cambio, ató sus botines, subió sus medias, ajustó sus vendas, y salió con los tapones de punta. A la formación que conforman Rulo, el "Mani Mounfield del sur": el bocon, el también viva elastico Juan del Val, y las recientes incorporaciones del joven maravilla Federico Saint Esteben y el colo, también miembro de los lomenses Temper. Si uno ya presenció recitales de Marmol R, a hacer borrón y cuenta nueva, esto es algo completamente distinto, una nueva dimensión espiritual y sonora. De los dichos que, en el pasado, quedaban en promesas, a una nueva formación que demuele hoteles con la potencia de un bulldozer.

La música tiene varios capítulos inexplicables, y uno de ellos es el capítulo que reza "¿Por qué Marmol R no es la banda mas grande de Argentina?". El interrogante puede sonar exagerado, y tal vez lo sea, pero también es cierto que el circuito (lo cual incluye al resto de las bandas, como así también al público, promotores, y otros que intervienen en la linea de producción del sonido independiente local) les debe un reconocimiento que, el ahora quinteto, tiene más que merecido. Es decir, vamos, los cada vez más apagados Banda de Turistas, han tocado en los principales festivales de sudamérica, presentando una propuesta similar en varios aspectos(Escuchar si no "Que otra función del tiempo", y la hipnotizante "la duda es tu jactancia")a Marmol, pero sin la frescura y desparpajo de éstos últimos, quienes se han limitado a tocar en los festivales que se repiten cada fin de semana en distintos puntos de capital y el conurbano.

Ahora si, volviendo a lo estrictamente musical, Rulo es la encarnación material del hijo que nunca tuvieron, ni tendrán, Jonathan Richman y Shaun Ryder. Sonido mancuniano, sobre el que surfea una voz que remite al ex lider de los modern lovers en un viaje de ácido aderezado con cerveza. La sección rítmica se apoya en las espaldas del "Metrónomo humano" Juan del Val y el bajo permimonioso y a la vez agresivo de un bocón que se sumerge entre el público para ejecutar cada una de las notas que inventan sus falanges. El lugar de guitarra líder es ocupado por el sintetizador de Saint-Esteben, quien es ,en gran parte responsable, del salto cualitativo del conjunto en vivo. La atmósfera se vuelve más densa, los temas se despegan de los lugares comunes y, en consecuencia, asistimos al quiebre en la estructura de una banda que, con el agregado de trompetas, parece tener los elementos indicados para, ahora si, jugar en las grandes ligas. No hay bises, el público pide otra. Pero no hay esa otra. Solo queda la confirmación de que si Marmol R hubiera surgido hace 25 años en Manchester, hoy las enciclopedias ilustradas dedicarían páginas enteras a sus poco agraciados rostros.

Con Soundblazter llega el comienzo del final. La puesta en escena esta más cerca de una instalación de Marta Minujín que del recital promedio. De fondo se proyectan imagenes que irán entremezclandose en el set list con precisión suiza. El sonido que acompaña a éstas imágenes es un componente más en la estructura sonora de Sounblazter, imagen y música sumadas a la actuación en vivo da como resultado lo que tal vez sea el mejor show en el tío bizarro en mucho tiempo. Todo está perfectamente en tiempo, todo parece minuciosamente ensayado. La premisa parece ser "si éste es el último show, que sea por lo menos un buen show". Y es más que eso. Es un manifiesto del underground bonaerense, una declaración de principios que arranca desde el vamos con la fundamental "Via circuito", donde el primer pogo de la noche se enciende como un brasa al grito de "Y vos/vos sos de otro lado/Y yo/yo soy del conurbano". Y los presentes la gritan con pasión genuina, revitalizando el sentido de pertenencia a un lugar donde para la gente de capital es "allá, lejos". Desfilan gemas como "el nuevo amor" y "los olvidados", y la masa humana que colma el reducto de burzaco se mueve como una gran ola, de adelante hacia atras, de izquierda a derecha,y las cervezas y cigarrillos se vuelcan unos sobre otros. Y el desfile de feos que van y vienen hacia el baño no deja de cesar. Pasan también las publicidades zonales sobre tubos de gnc, peluquerías y remiserías de dudosa reputación, que se suceden una tras otra en medio del intervalo que ofrece el set del conjunto platense. Y por un momento uno se olvida de que afuera la temperatura araña los 5 grados y continúa bajando. Y también pasan "legión" y "el kilometro" y uno siente que va llegando todo a su final. Los agradecimientos, los aplausos, y un último bis, y es ahí donde todos vuelven a saltar, a gritar y a abrazarse, para luego fundirse en un aplauso cerrado, al grito de"Y vos/¡vos sos de otro lado!" "Y yo/¡¡ yo soy del conurbano!!"

La música se detiene, la pantalla se funde en negro, los nudos que se enredan en las gargantas, y el silencio eterno antes del último suspiro de vida, para terminar, con grandes letras blancas, inmortalizados en esas tres letras que conforman la más melancólica de todas las palabras:FIN

martes, 31 de mayo de 2011

Ronald Reagan? Ronald Reagan? el actor?

Festipulenta: El tren de la alegría.-



Los jóvenes ávidos de rock independiente tienen en este festival su gran cita. El sábado fue el segundo día de su décima edición, en ese infierno que es el Centro Cultural Zaguán Sur. Un infierno hecho de calor, melodías de diversas bandas --Fantasmagoria, Los Reyes del Falsete, Javi Punga y su Conjunto Musical, La Ola que Quería ser Chau y SUB--, y mucha, pero mucha cerveza.

Por Juan Castiglione
Fotografía gentileza de Festipulenta

Buenos Aires, mayo 31 (Agencia NAN - 2011).- “Bienvenidos al tren, súbanse y disfruten”, brama áridamente Luis, bajista de Javi Punga y su Conjunto Musical. Mientras, da una pitada a su cigarrillo, el cual queda, hasta consumirse, suspendido entre sus labios. Hace sonar su precision bass cual campana de estación, y el sonido comienza a cabalgar como una locomotora diesel alimentada a base de fernet bien cargado. Los afortunados pasajeros de este viaje mágico y (ya no) misterioso fueron los jóvenes ávidos de rock independiente, alcohol y drogas blandas que se aglomeraron, como si fuera un tetris humano, en el Centro Cultural Zaguán Sur, en lo que fue el segundo día de la décima edición del festival “nacional y popular” del under: el Festipulenta.

El festival comenzó pasadas las 22.30 cuando subió al escenario la primera banda de la jornada, SUB. La agrupación de zona sur, al mando de José Noisé en guitarra, es un homenaje al significado más puro y menos peyorativo, del término “indie”. Eternos adolescentes de más de treinta años dibujando sonidos distorsionados, haciendo culto al movimiento alternativo de bandas como Pavement, Yo La Tengo y hasta el shoegaze de los irlandeses My Bloody Valentine y el noise de los inolvidables Jesus and Mary Chain. Son todas influencias que confluyen en el conjunto de Remedios De Escalada, que no pretende cambiar el mapa musical ni mucho menos. Sí revivir por un rato los lejanos noventa --en los que ser underground significaba una declaración de principios y no “La” pose de moda--, a través de temas como “Desaparecer”, “Yo que vos” o “Toco la bata”.

Adolescentes haciendo sus primeras armas en el fino arte del pogo y los excesos alucinógenos, fueron el público destacado en la presentación de La Ola Que Quería Ser Chau (LOQQSC), segunda banda de la noche. A la presencia permanente de Migue en guitarra principal y voz, y Ro Marques en bajo y coros, se suman las recientes incorporaciones del ex Lache Santi Nerone, en segunda guitarra, y Feche, en batería. Éste cambio de formación repercutió en un sonido más pulido, algo que podría definirse como un “caos bajo control”. LOQQSC suena más compacto y efectivo, pero esta prolijidad trae consigo la perdida de cierta frescura pasada. Aún así su combo de canciones pintadas de lo-fi, feedback y delays espaciales, completadas con letras que recorren de manera transversal el imaginario de la generación “Y2K”, como lo es Gokú y el planeta namek a punto de estallar; canciones de amores/desamores como “Gustan de vos todos mis amigos”, “Cariñito”, “Ey bonita!”; y exclamaciones viscerales plasmadas en títulos como “Te voy a matar”, conforman un placebo efectivo para calmar las ansias de rock de una nueva generación de (algunos no tan) pequeños rockeros a ilustrarse.

Los intervalos entre banda y banda cumplen una doble función: una es ir al baño, debido a la ingesta continua de cerveza de alrededor del 90 por ciento de los asistentes, y la otra, tomar un poco de aire sobre la calle Moreno, en pleno corazón de Once. Sentados en el cordón de la vereda, o en cualquier escalón que se encuentre, la mayoría aprovecha para descansar las piernas, charlar de cotidianidades sin tener que gritar para superar los decibeles que escupen los parlantes y, sobre todo, escapar del inferno que es, con su capacidad colmada, Zaguán Sur. “El calor que hace ahí adentro es insoportable”, exclama, a modo de queja, Julieta, que vino desde Quilmes a ver a las bandas. Del sudor al frío glacial de la madrugada de mayo, y unos minutos después, de nuevo a sudar. Así en cada intervalo. En algún lugar del globo, los fabricantes de analgésicos antifebriles sonríen de manera socarrona.

Pero el intervalo termina, y la marea humana se vuelve a estrujar delante del escenario para presenciar el show de Javi Punga y su Conjunto Musical. Al comando del platense Javi Punga, la propuesta del grupo --que también conforma el ya nombrado Luis--, apunta al optimismo, al amor fugaz y no tan fugaz, a las historias que deambulan entre la parsimonia de un sábado por la tarde y la angustia de un domingo por la noche. En el plano instrumental, el sonido forma parte del árbol genealógico de la generación de bandas platenses post-Cromañón, lánguidas guitarras rítmicas, melodías circulares, estribillos coreables y actitud por demás despojada. Todo esto en un set de alrededor de 45 minutos, durante el cual desfilaron temas como “Johnny Imagine”, “Asalto comando”, “Cecilia Brediche”, “Ahora soy vegetariano” y algunos de los temas que conforman su última y triple producción, “El árbol de la vida”.

Pasa Javi Punga y, a las 2 de la mañana, llega finalmente uno de los platos fuertes de la noche: Los Reyes Del falsete. Nicolás y Tomás Corley junto a Juan Cianfagna --mejor conocidos como Nica, Tifa y Juanchy Munchy-- los créditos del nuevo “Adrogué Sound”, repitieron su ya exitosa fórmula de melodías directas, potencia por momentos proto punk, y una prosa bohemia y despreocupada. La legión de seguidores no encontró mayores sorpresas en su repertorio, el cual hace tiempo permanece constante y en el que la oda a la promiscuidad juvenil de “Mi chica”, la ¿apología fumona? de “El gran cohete”, y los mitos urbanos de “Yabrán” ya no sorprenden como antaño. No obstante, permanecen todavía frescos y se han convertido en pequeños clásicos en la efímera carrera del trío. A su vez, la mayor novedad tal vez haya sido la inclusión de temas que suelen quedar generalmente fuera del set list, como “Ida y vuelta (a plaza)” y “El telefonista loco”. Un set, en definitiva, ya habitual, que se vio opacado por un volumen ensordecedor, acoples y desfasajes en el tempo de algunos temas, tal vez producto de éstas deficiencias en el plano sonoro, pero que no opacan la propuesta de los inefables Falsetes.

Y finalmente, llegó la última banda de la noche, Fantasmagoria. Acompañada por la merma de un público que se retiraba ya abatido por el trajín de presenciar las performances de cinco bandas en continuado, la presentación de Gori y los suyos fue, a pesar de esto, la más sólida de la jornada. Repasando temas de su breve pero fructífera discografía, y haciendo hincapié especialmente en su última producción, El río, el cuarteto que conforman Gori en voz y guitarra, Ignacio en batería, Juani en bajo y Volco en teclados y coros se despachó en un set contundente y homogéneo. Todo esto acoplado en un sonido que remite al Marc Bolan de la era pre Tony Visconti, resabios del folk argentino de finales de los sesenta y principio de los setentas, y un formato de canción que, a primera vista, luce apto para todos los paladares. Bises y hasta un cóver de Pappo fueron algunos de los condimentos que aderezaron el plato fuerte de la jornada.

El telón se baja cuando el reloj araña las 4 de la madrugada, y el éxodo se produce en cuestión de segundos. Ya no queda nadie en Zaguán. Ana, que tiene que viajar hasta Belgrano, pregunta “¿sabés por dónde pasa el 151?”. Rocío reformula la pregunta, pero ésta vez, preguntando por el 71. El viaje de Luis, el bajista histriónico, llegó a su final. Pero ahora empieza otro, al módico precio de un peso con veinticinco centavos. Lástima que no sea ni mágico ni misterioso.


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